"Si la historia la escriben los que ganan, quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia."

lunes, 11 de abril de 2016

Agentes rioplatenses entre Cádiz y Gibraltar

Comentarios y glosa a Rafael de Riego: El héroe que perdió un Imperio, de Fernando Álvarez Balbuena.

Tras la caída de Napoleón y el regreso de Fernando VII a España, se pone fin a la Constitución de 1812, que funcionaba bajo protección británica. No fue, como ha repetido hasta el hartazgo la historiografía liberal, una década absolutista la que se restauró, pero dio pié a una furiosa campaña de propaganda sobre supuestos actos arbitrarios y tiránicos del que fue "el Deseado" por quien el pueblo español había combatido heroicamente su Guerra de Independencia.

En 1819, un teniente coronel asturiano, veterano de la guerra, liberal y masón, Rafael de Riego se le destina al Ejército de Andalucía, que iba a ser embarcado en Sevilla y enviado a socorrer a las tropas leales de América en el Río de la Plata. Pero los jefes y oficiales de estas unidades, en contacto contínuo con los constitucionalistas de 1812 y agentes británicos provenientes de Gibraltar, preparaban el levantamiento militar para llevar al poder a los liberales. Riego, como la mayor parte de los oficiales estaba comprometido en la sublevación, como también lo estaba el propio General en Jefe del Ejército Expedicionario, acantonado en Andalucía, José Enrique O'Donnell, conde de La Bisbal, "personaje de sinuosa conducta y sospechosas lealtades".

El pronunciamiento de Riego del año '20 provocó la sublevación de buena parte del Ejército español, no sólo obligando a Fernando VII a aceptar la Constitución gaditana, sino también porque suspendió el envío de tropas a América cuando aún había alguna esperanza de reconquista.

Dice el autor, y esto es lo que nos interesa ahora, "Lo cierto es que por dichos años residía en Cádiz un potentado comerciante bonaerense, Andrés Argibel [Nota de CLAMOR: Andrés Arguibel y López Cossio; hermano de logia de Alvear, San Martín y Zapiola], quien partidario de la independencia de la provincia del Río de la Plata, logró establecer contactos con el conde de La Bisbal [N. de C.: líder masón]. [...] Después se supo que con ocasión del pronunciamiento de Riego, tanto Argibel como Lezica [N. de C.: Tomás de Lezica, hermano de Ambrosio de Lezica, comerciante y agente británico en el Río de la Plata], contribuyeron al mismo con mil pares de zapatos y doce mil duros, hecho que puso muy al descubierto la protección de los americanos al alzamiento de las tropas […] En una línea muy parecida se expresan otros historiadores hispanoamericanos. Así Santiago Arcos apunta que un verdadero pánico se apoderó de la ciudad de Buenos Aires cuando se supo que una fuerza expedicionaria se estaba preparando para salir de España. Si bien este temor quedó apaciguado al saberse que Puyrredón [sic] había enviado una considerable cantidad de dinero a los masones españoles. También Léon Suárez viene a confirmar la vital actuación de Puyrredón [N. de C.: Juan Martín de Pueyrredón, director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, amigo y sostén de José de San Martín] resaltando su audacia e inteligencia al realizar una activa propaganda para evitar un embarque que les podía resultar funesto. Añade que tanto Argibel como Lezica, desde Cádiz, se movieron clandestinamente con mucha eficacia, dando sin límite alguno cuanto dinero estimaron conveniente."

[N. de C.: Arguibel y Lezica recibieron ayuda de Judah Benolier (o Benoliel) y de Richard McCall. Benoliel, judío sefardí, era presidente de la Cámara de Comercio de Gibraltar, además de cónsul honorario de Marruecos y de Austria en la colonia británica. McCall, norteamericano, ex cónsul de los EE.UU., era en ese entonces un riquísimo agente naval en Gibraltar. Según está documentado, ambos (¿agentes británicos?) manejaban las comunicaciones entre la Buenos Aires rebelde y los liberales de Cádiz y Madrid.

["Emprendí por fin la obra de insurreccionar el mismo ejército que debia obrar nuestra ruina. D. Ambrosio Lezica, negociante de esta ciudad, fue encargado de dirigirse á su hermano D. Tomás, establecido en Cádiz, para iniciar sus relaciones con los gefes {sic} de aquel ejército... Los señores D. Tomás Lezica y D. Andrés Arguibel, naturales de Buenos Aires y establecidos con crédito en la plaza de Cádiz, fueron los agentes que llevaron á su término aquella riesgosa empresa. Fueron facultados para invertir las sumas de dinero que fuesen necesarias y autorizados para empeñar la responsabilidad del gobierno á todo lo que obrasen conducente al intento. La eficacia y destreza con que se manejaron apareció en el resultado. El ejército de la Isla de León se insurreccionó, la terrible espedicion que nos amenazaba se convirtió en daño del mismo que la formó y la República Argentina se vio por este medio libre y triunfante de sus enemigos. ¡Honor eterno a los nombres de Lezica y Arguibel entre los amigos de la libertad!" (Juan Martín de Pueyrredón, Refutación a una atroz calumnia hecha con demasiada ligereza a un general de la República Argentina por Mr. Alejandro H. Everett, ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de Norteamérica en la Corte de España {1829}.)]

Mapa del Estrecho de Gibraltar y de la isla de Cádiz (P. Santini, Atlas Universel [Venecia, 1780]).





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