"Si la historia la escriben los que ganan, quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia."

lunes, 25 de abril de 2016

La hostilidad de los gobiernos revolucionarios a la Iglesia Católica entre 1810 y 1822: Crónica de la guerra de secesión en el Virreynato del Río de la Plata (1ª Parte)

por Carlos Ferri.

"Es de todo punto injusto querer leer la historia a posteriori y querer justificar decisiones que carecieron de suficiente fundamento o incluso estuvieron motivadas por errores". (1)

A partir de la Revolución de Mayo de 1810, la Iglesia Católica Apostólica Romana de los Reynos de las Indias que, se enmarcaba en el Derecho de Patronato, fue sufriendo una hostil persecución. Los nuevos gobiernos, se arrogaron ese derecho exclusivo, colocando así a los nuevos estados por sobre la Iglesia, y tratando de utilizar a ésta como un medio de adoctrinamiento, propaganda y dominio de los pueblos.

Uno de los más importantes orígenes de la problemática entre los gobiernos ilegítimos posrevolucionarios y la Iglesia Católica, fue la incorrecta e ilegítima arrogación del derecho de Patronato, el cual fue exclusivamente otorgado a la Monarquía Española (2). Vale aclarar que algunos Reynos Européos gozaron de derechos similares pero no iguales. Además, el Derecho de Patronato y las posteriores ampliaciones de facultades, eran exclusivas al Reyno Español y de los Reyes legítimos en ejercicio, con la finalidad de evangelizar las Indias y elevar a sus habitantes, a través de la evangelización, a la dignidad de seres hechos a imagen y semejanza de Dios Nuestro Señor, y por medio de la <<gracia sacramental>> ser libres del pecado original.

Como consecuencia del sometimiento a la Iglesia por parte nuevas autoridades ilegítimas (3), que en muchos casos eran anticatólicos, se dejo a las Diócesis del Virreynato del Río de la Plata sin Obispos, con sus sedes vacantes y dicha situación tardó veinte años en regularizarse, con todas las gravedades y faltas de sacramentos episcopales que ello conlleva.

Esta situación de acefalia tanto política como eclesiástica, dejaba a la grey sin guarda, protección y guía, sobre todo en cuestiones trascendentes y de principios como los que se debatían en aquellos años.

Tales circunstancias gravísimas y funestas para el orden social cristiano y para la guía del vasallaje y los distintos estamentos no tenía antecedentes de esa magnitud en los Reynos de las Indias ni e otros territorios de España, ni tampoco en ninguno de los gobiernos de los Reyes Católicos. Los responsables de tal anomalía, fueron los sucesivos gobiernos ilegítimos que se instalaron tiránicamente en el poder del Virreynato del Río de la Plata, a partir de mayo de 1810, y en el resto de los territorios de las Indias.

La Iglesia Católica Apostólica Romana, se expidió desde su máxima autoridad el Papa (4), en dos (5)
oportunidades sobre las revoluciones y las guerras de secesiones mal llamadas de <<independencia>>, condenando enérgicamente la sedición y la ruptura política con España, y al mísmo tiempo exhortando a la sociedad a someterse prudentemente a su legítimo gobernante. No tanto por el interés de la preservación de un orden político establecido, sino más bien, porque los principios que sustentaron aquellos funestos hechos, fueron contrarios a los principios, doctrina y magisterio católico. Pero lo más preocupante para Los Papas, eran las consecuencias prácticas que estos vertiginosos cambios traían en el orden social cristiano y en la disposición de las cosas para que cada hombre alcance su finalidad última de la "Vida Eterna".

Lo primero que hay que traer a colación son las Bulas del Papa Alejandro VI, en las cuales, éste les donó a los Reyes Católicos de España y a sus herederos "todas las Islas o tierras firmes, inventadas o por inventar situadas al Occidente y al Mediodía, por la autoridad del Todo Poderoso que nos fué concedida a Nos en el Bienaventurado Pedro y Vicario de Jesucristo, por la cual funcionamos en las tierras, -con todos los dominios y ciudades en ellas,- a Vos y a vuestros herederos y sucesores de Castilla y de León, con la plena potestad, autoridad, y jurisdicción consentimos y delegamos, bajo pena de excomunión amplia, si contradijeren, y prohibimos que (otros) presuman llegar a Islas y tierras firmes inventadas o por inventar" (6). Estas Bulas, dejan claro que quienes contrarían la autoridad que le fue concedida de la Iglesia a la Corona Española y a sus legítimos herederos, caen pena de excomunión amplia.

Juan Bosco Amores Carredano dice sobre la posición de los Obispos en los Reynos de las Indias con
respecto a las revoluciones que "La actuación de los Obispos, incluso los nacidos en América, fue
abrumadoramente favorable a la causa realista". En un sentido similar es bueno recordar aquellas palabras de José Ingenieros que, como dice Abelardo Levaggi (7): reconoció lo "absurdo" que sería culpar a los curas por su resistencia, cuándo el ejército "se excedía en impiedad, ofendiendo al clero en sus personas y en sus intereses".

Son muchas y sobradas las pruebas que atestiguan, la oposición de la Iglesia Católica Apostólica Romana a la Revolución, a las Guerras de Secesión y a la llamada "independencia Americana". Una de las primeras y más concretas pruebas es que para 1812, ninguna de las tres diócesis (8) del recientemente traicionado Virreynato del Río de la Plata, tenía Obispo y sus sedes estaban vacantes.

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[CONTINUARÁ]

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1 José Antonio Ullate Fabo. Españoles que no pudieron serlo. Libros Libres. Madrid. P 148.
2 El 28 de julio de 1508, Julio II (1504-1508) concedió, a través de la bula Universalis Ecclesiae regiminis, el Patronato Universal a Fernando el Católico y a sus sucesores, con lo que logró la “[...] concesión perpetua del patronato para la erección y provisión perpetuas [sic] de todos los beneficios eclesiásticos; orden de que los obispos y beneficiados no percibirían más que aquella parte de los diezmos que constaran en la donación de ellos que los reyes les hicieren; poder de que el rey pudiera precisar los límites de las diócesis”. Eso tendría vigencia en la isla Española, otras islas, tierra firme existente o futura y no se admitirían componendas. De J. León Lopetegui, S.I. profesor de Historia Eclesiástica en la Fac. Teológica de Oña y Félix Zubillaga, S.I. profesor de Historia Eclesiástica Hispanoamericana en la Pontificia Universidad Gregoriana (Roma), Historia de la Iglesia en la América Española desde el Descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX, Madrid, BAC, MCMLXV p. 29. Citado en Cecilia del Socorro Landa Fonseca. "LAS COFRADÍAS EN QUERÉTARO DE LA SECULARIZACIÓN PARROQUIAL A LA SECULARIZACIÓN DE BIENES (1750-1870)". México, 2008. p. 16.
3 Ricardo Zorraquín Becú. Historia del Derecho Argentino. Tomo I. Primera Edición. Ed Perrot. Buenos Aires 1996. P 161. "Los cabildos Abiertos y provinciales, esporádicamente se realizaban, en las ciudades, otras reuniones más numerosas para deliberar sobre problemas de interés general...y funcionaban con arreglo a tres normas principales: era necesaria la autorización del gobernante político (Virrey, gobernador o teniente)...en realidad, la celebración de un cabildo abierto nunca era legalmente necesaria...Muy distintos aparecen en nuestra historia los cabildos abiertos revolucionarios de la primera década del siglo XIX, porque en estos se trataron problemas políticos fundamentales y se tomaron decisiones contrarias al orden legal imperante. En ellos, además, aparece una nueva fuerza política -el pueblo- que ejerce una presión sobre el ánimo de los asistentes. (El subrayado y negritas es del autor del presente trabajo). La categórica afirmación de Zorraquín Becú, deja a las claras que, la constitución del nuevo gobierno es ilegítima y contrario a derecho vigente. Por otro lado cuando él afirma que <<aparece una nueva fuera política - el pueblo>> no sería correcto porque de los más de sesenta mil habitantes -así lo afirma Roberto Marfany de la provincia de Santa María de los Buenos Aires, sólo hubo cerca de 400 firmantes del acta del Cabildo Abierto del 24 de Mayo; y además de los firmantes aproximadamente el 75% eran militares.

4 "En la Biblioteca del Museo Mitre se halla un ejemplar de ésta pastoral que perteneció al General San Martín". Citado en Juan C. Varetto. Hostilidad del Clero a la Independencia Americana. Imprenta Metodista. Buenos Aires, 1922. P 93. Encíclica Papal "Etsi Longissimo Terrarum" condenando las Independencias en América.
5 Encíclica del Papa León XII, "Esti iam diu", del 24 de Septiembre de 1824, condenando las revoluciones en Hispanoamérica y llamando a los Católicos a la sumisión de su legítimo gobernante.
6 Bula del Papa Alejandro VI del 4 de Mayo de 1493. Citado en Juan C. Varetto. Hostilidad del Clero a la Independencia Americana. Imprenta Metodista. Buenos Aires, 1922. Pp 18-19.
7 Abelardo Levaggi. "El Proceso a Mons. Nicolás Videla del Pino". Épocas - Revista de la Escuela de Historia USAL. Núm 1, Dic 2007. P 40.
8 La diócesis de Salta incluía a las provincias de Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero, Salta, donde residía la sede, y posteriormente Jujuy; la de Córdoba comprendía a San Juan, San Luis, Mendoza, La Rioja y Córdoba, que alojaba a la catedral; y la de Buenos Aires abarcaba los territorios de Corrientes, Entre Ríos, la Banda Oriental, Santa Fe y Buenos Aires, donde residían sus autoridades.

lunes, 18 de abril de 2016

Los Próceres de Mayo y el espionaje británico

El 12 de diciembre de 1804, España declara la guerra a Gran Bretaña. Era la respuesta ante un acto de piratería del almirante Cochrane que, con la excusa de evitar que los tesoros de América fuesen a parar a las arcas de Napoleón, había capturado cuatro fragatas venidas de Montevideo.

En una de éstas, el buque "Clara", viajaba la familia de Diego de Alvear, quienes fueron llevados a Gran Bretaña. El hijo de don Diego, Carlos María, recibiría una educación bastante decente en institutos ingleses, con los años pasaría a América con los miembros de la Logia Lautaro y lo demás es historia conocida.

¿Cómo supo Cochrane del cargamento? Un irlandés de apellido Burke.

Hacía dos años que James Florence Burke se había asentado en Buenos Aires. Vino acompañado y recomendado por el comerciante Tomás O'Gorman. O'Gorman era hijo de un médico que había llegado al Río de la Plata en la expedición de Pedro de Cevallos.

O'Gorman que, aunque criado en el Plata, sirvió en el Ejército Británico y se retiró con el grado de Capitán, casó con la francesa Anne Perichon, oriunda de la isla de Mauricio en el Índico (Île de France, en aquel tiempo, que pocos años después pasaría a dominio británico), venida al país con sus hermanos Jean-Baptiste, Étienne y Louis. O'Gorman y Perichon serán los abuelos de la "famosa" Camila. Ana Perichon, "la Perichona", será acusada de amante y luego concubina de Liniers por los enemigos de éste. Entre ellos, Álzaga la acusará de espiar a Liniers para los británicos y, finalmente, el Virrey la enviará al exilio, donde, en Río de Janeiro, será amante de Lord Strangford.

En Buenos Aires, Burke será vinculado por Juan Bautista Perichon, a quien había conocido en Madrid, al grupo librecambista e independentista del que formaban parte Castelli, Rodríguez Peña, Vieytes, Irigoyen, Warnes, Maestre y Belgrano.

Sabemos de los registros del Foreign Office que Burke tuvo una entrevista con Sir David Baird y Sir Home Popham a bordo de un buque anclado en la bahía de Todos los Santos frente a la costa de Brasil el 10 de noviembre de 1805.

Éste es el mismo Burke al que se refiere el almirante Sidney Smith, desde Río de Janeiro, en un informe a Lord Castlereagh del 24 de febrero 1809, confirmando que seguirá en Buenos Aires como propaganista de la causa independentista.

Ya hacía un año que, debido a la urgencia de la campaña en la Península Ibérica que había desviado a la tercera invasión inglesa de Buenos Aires del futuro Wellington, Gran Bretaña había descartado el sometimiento militar de América y, en cambio, era ahora su objetivo estratégico alentar la independencia (y el libre cambio) en las posesiones indianas de España (teórico aliado momentáneo, pero no muy confiable).
 
Sabemos que en Buenos Aires operaban como partidarios "ruidosos" del librecambismo los primos Castelli y Belgrano, los hermanos Rodríguez Peña, Donado, Passo, Vieytes, el cura Alberti, Terrada, Darregueira, Chiclana y Guido.

Gran Bretaña necesitaba urgentemente mercados en los que colocar los excedentes de su producción y ofrecía ingentes beneficios económicos para los comerciantes locales que ayudaran. Obviamente, beneficios que se extendían a gestores, transportistas, abogados, etc., necesarios para esta operación a gran escala.

En aquella época en Gran Bretaña, los límites entre la marina mercante y la de guerra eran bastante grises, las acciones de piratería, con o sin autorización superior, eran moneda corriente, y el gobierno británico, gracias a su política de hechos consumados, la apoyaría en caso de ser beneficiosa o la rechazaría (castigando con las máximas penas a los implicados) en caso de resultar un fracaso. Así fue con la aventura del almirante Popham.

Éste al menos desde la década de 1790 estaba vinculado a los círculos que frecuentaba el caraqueño Miranda, clubes semisecretos donde aparecen también otros personajes que tendrán significancia histórica en unos años: O'Higgins, Carrera, Lord McDuff, Baird, etc.

En 1805 Popham presenta un proyecto para capturar el estratégico Cabo de Buena Esperanza, en posesión de Holanda, entonces aliada de Francia. Aunque no pidió permiso en ese momento, sabemos por sus contactos con el norteamericano William Pio White, residente en Buenos Aires, que pretendía continuar con el Río de la Plata. Su amigo de logia, el general David Baird estaría a cargo de la operación militar.

Tras la captura del Cabo, Baird reclutó a un oficial de carrera destacado para acompañar a Popham en su siguiente operación: el brigadier William Carr Beresford, un irlandés, hijo ilegítimo de un noble descendiente de reyes, veterano de Canadá, Córcega, India y Egipto. Tras el fracaso de las Invasiones Inglesas, con una fuga de película en medio, absuelto de culpa y cargo, será sucesivamente oficial del Ejército Británico y del Portugués, llegando a ser gobernador de la isla de Madeira. El Duque de Wellington, a quien acompañaría en la campaña de 1811, resaltaría las condiciones personales y militares de Beresford. Multicondecorado, será creado Vizconde y Par del Reino Unido, con un escaño en la Cámara de los Lores. En 1815, siendo ministro plenipotenciario en Río de Janeiro, proveerá pertrechos y asesoramiento militar a las fuerzas brasileñas que invadían la Banda Oriental. Morirá en su propiedad de Kent a comienzos de 1854, sobreviviendo a su cuñado, Denis Pack, amigo íntimo y compañero de armas en Buenos Aires en 1806.

El entonces coronel Pack era en 1806 jefe del Regimiento Nº 71. Era éste uno de los regimientos que, tras la derrota de las fuerzas jacobitas, el gobierno británico había formado con highlanders escoceses para pelear en el exterior. Con cetro de hierro, cualquier escocés encontrado culpable de crímenes tan diversos como contrabando de whisky, vagancia, robo de ganado, lecturas revolucionarias, jacobitas o protestantes no-conformistas, tenía la opción de combatir para el naciente Imperio Británico en el exterior en alguno de estos regimientos nuevos. Además, iban en la expedición Robert Arbuthnot al frente de los Dragones Ligeros y James Frederick Ogilvie con las piezas de la Real Artillería.

En la tarde del día 27 de junio, bajo una copiosa lluvia, más de mil seiscientos soldados británicos entraban marchando en la ciudad de Buenos Aires, la columna principal avanzando dificultosamente por la actual calle Defensa. Se encomendó al comerciante catalán Juan Larrea, socio de Matheu, que redactara la rendición (texto que fue rechazado y reescrito por el brigadier británico).

Según testificaron los mismos protagonistas sorprendidos, como Gillespie y otros, los invasores fueron recibidos con una simpática acogida por las señoritas, mientras los señoritos adoptaron las vestimentas, costumbres y modales ingleses. El 1º de julio, Martín de Sarratea y su cuñado León de Altolaguirre ofrecieron una recepción a los principales jefes británicos. Los vecinos principales competían por alojar en sus casos a los oficiales británicos. En nombre del Consulado, el futuro prócer de Mayo, Castelli pronunció una arenga pro-inglesa, manifestando su adhesión al Imperio británico.

Inteligente, Beresford otorgó seguridades respecto a las personas y bienes de los porteños, garantizando la práctica de la religión católica romana (como habían hecho en Gibraltar, las Antillas o Malta) y se concedió la libertad de comercio. Pronto las mercaderías británicas invadieron las tiendas de Buenos Aires.

María Sánchez, mujer del capitán de puerto Martín Jacobo Thompson (de una familia de comerciantes de origen inglés residentes en Cádiz) que servía de enlace con la Royal Navy,  en cuya casa se cantará por primera vez el Himno Nacional argentino, se muestra entusiasmada por los "jabones de olor" que traían los británicos en sus buques mercantes.

Parecía que los porteños realmente creían en el "honor, generosidad y humanidad del carácter británico" del que hacía alarde Beresford en su proclama.

Los empleados y funcionarios civiles, militares y eclesiásticos del Virreinato residentes en Buenos Aires se agolparon para jurar lealtad al rey británico Jorge III para no perder sus cargos ni arriesgarse a ser tomados prisioneros. Sólamente se resistieron el superior de los Bethlemitas y el Obispo (como ya dijimos), en actitud que los honra. (Como señalamos en otra ocasión, los bethlemitas pagarían cara su osadía, recibiendo toda la furia de los revolucionarios de Mayo de 1810.)

Belgrano optó por escapar a la Banda Oriental posiblemente enterado de los aprestos reconquistadores que estaban teniendo lugar allí. Por el contrario, su primo hermano Castelli, gracias a la ayuda del agente británico White, trabó amistad con Beresford... una amistad que se prolongaría por muchos años incluso después de 1807.

El prior de los dominicos, fray Gregorio Torres, no sólo juró fidelidad al monarca líder anglicano sino que envió una carta a Beresford alabando la suavidad del gobierno inglés y las sublimes calidades del general británico. Prohibía asimismo conspirar con los invasores.

El nefasto Deán Funes, que traicionará a Liniers y liderará el Partido Saavedrista, lamentará en su Ensayo de la historia civil el que las armas británicas no hubiesen vencido. 

Por lo bajo, deja constancia Gillespie, los británicos despreciaban a estos verdaderos cipayos.

El documento de rendición redactado ahora por Beresford fue presentado a los porteños recién el 2 de julio, cuando ya los caudales del Virreinato habían caído en su poder y eran embarcados con destino a Londres y distribuido el resto entre los jefes (Baird, Popham y Beresford) y el pago de la tropa, y el agradecimiento a los que ayudaron a dar con el tesoro: el norteamericano William P. White, el ex director de El Telégrafo Mercantil Dr. Francisco A. Cabello, Pedro Menéndez Argüelles, el ex alcalde de la Santa Hermandad Francisco González (que sirvió de guía a los británicos en su camino a Luján), Juan Gallardo, Isidro Naranjo, Manuel Collantes y el capitán Vicente Capello (que actuó como intérprete).

González integraba una red en la que también participaban el cochabambino Manuel A. Padilla, el porteño Saturnino Rodríguez Peña y el inglés Paroissien. Padilla y R. Peña serían bien remunerados por Su Británica Majestad en años venideros luego de participar del 25 de mayo de 1810. De Paroissien, uno de los primeros ciudadanos argentinos naturalizados y asistente de San Martín, ya hablamos.

Después del fracaso de la segunda de las Invasiones Inglesas, Peña y Padilla escaparían a Río de Janeiro en un pequeño buque de guerra británico que, al efecto, les proveyó el almirante Murray en persona. Ya en Río, Rodríguez Peña le escribe al Conde de Linhares una carta donde afirmaba que los principales vecinos de Buenos Aires estaban convencidos de la necesidad de independizarse de España. Saturnino J. Rodríguez Peña recibiría una pensión de £300 anuales del gobierno británico por sus servicios.

En 1810, el número de abril de The Monthly Report informa que en Buenos Aires coexisten dos partidos que se odian mutuamente: el de "los nativos [sic] que utilizan permanentemente palabras como comercio libre" y el de los que rechaza el comercio con Gran Bretaña. Los segundos, dice, controlan el ayuntamiento porteño, pero no por mucho tiempo. Los librecambistas están listos para tomar el poder.

El 14 de mayo llegaba al puerto la goleta británica "Mistletoe", comandada por el Tte. Robert Ramsay (otro que estará entre los primeros ciudadanos naturalizados). Diez días después la Revolución era un éxito y se iniciaba el camino de la independencia.


Bibliografía:
  • Juan Martín Biedma, Los Rodríguez Peña y la emancipación argentina (Buenos Aires: Taladriz, 1959).
  • Vicente O. Cutolo, Nuevo diccionario biográfico argentino (Buenos Aires: Elche, 1968).
  • Henry Stanley Ferns, Britain and Argentina in the Nineteenth Century (London: Clarendon, 1960). Hay traducción al castellano con el título Gran Bretaña y Argentina en el siglo XX (Buenos Aires: Solar, 1966).
  • Jorge Fondebrider, Versiones de la Patagonia (Buenos Aires: Emecé, 2003).
  • Alexander Gillespie, Gleanings and remarks collected during many months of residence at Buenos Ayres and within the Upper Country, with a Prefatory account of the Expedition from England until the surrender of the Colony of the Cape of Good Hope, under the joint command of Sir D. Baird, G.C.B. K.C. and Sir Home Popham, K.C.B. (Leeds: B. Dewhirst, 1818). Hay traducción al castellano como Buenos Aires y el Interior (Buenos Aires: Hyspamérica, 1986).
  • Bernardo Lozier Almazán, Beresford gobernador de Buenos Aires (Buenos Aires: Galerna, 1994).
  • Ignacio Núñez, Autobiografía (Buenos Aires: Imprenta Congreso, 1996).
  • Carlos Roberts, Las Invasiones Inglesas (Buenos Aires: Emecé, 2000).
  • Oscar Tavani Pérez Colman, Martínez de Fontes y la fuga del General Beresford (Buenos Aires: Dunken, 2005).
  • Enrique William Álzaga, La fuga del General Beresford, 1807 (Buenos Aires: Emecé, 1965).













lunes, 11 de abril de 2016

Agentes rioplatenses entre Cádiz y Gibraltar

Comentarios y glosa a Rafael de Riego: El héroe que perdió un Imperio, de Fernando Álvarez Balbuena.

Tras la caída de Napoleón y el regreso de Fernando VII a España, se pone fin a la Constitución de 1812, que funcionaba bajo protección británica. No fue, como ha repetido hasta el hartazgo la historiografía liberal, una década absolutista la que se restauró, pero dio pié a una furiosa campaña de propaganda sobre supuestos actos arbitrarios y tiránicos del que fue "el Deseado" por quien el pueblo español había combatido heroicamente su Guerra de Independencia.

En 1819, un teniente coronel asturiano, veterano de la guerra, liberal y masón, Rafael de Riego se le destina al Ejército de Andalucía, que iba a ser embarcado en Sevilla y enviado a socorrer a las tropas leales de América en el Río de la Plata. Pero los jefes y oficiales de estas unidades, en contacto contínuo con los constitucionalistas de 1812 y agentes británicos provenientes de Gibraltar, preparaban el levantamiento militar para llevar al poder a los liberales. Riego, como la mayor parte de los oficiales estaba comprometido en la sublevación, como también lo estaba el propio General en Jefe del Ejército Expedicionario, acantonado en Andalucía, José Enrique O'Donnell, conde de La Bisbal, "personaje de sinuosa conducta y sospechosas lealtades".

El pronunciamiento de Riego del año '20 provocó la sublevación de buena parte del Ejército español, no sólo obligando a Fernando VII a aceptar la Constitución gaditana, sino también porque suspendió el envío de tropas a América cuando aún había alguna esperanza de reconquista.

Dice el autor, y esto es lo que nos interesa ahora, "Lo cierto es que por dichos años residía en Cádiz un potentado comerciante bonaerense, Andrés Argibel [Nota de CLAMOR: Andrés Arguibel y López Cossio; hermano de logia de Alvear, San Martín y Zapiola], quien partidario de la independencia de la provincia del Río de la Plata, logró establecer contactos con el conde de La Bisbal [N. de C.: líder masón]. [...] Después se supo que con ocasión del pronunciamiento de Riego, tanto Argibel como Lezica [N. de C.: Tomás de Lezica, hermano de Ambrosio de Lezica, comerciante y agente británico en el Río de la Plata], contribuyeron al mismo con mil pares de zapatos y doce mil duros, hecho que puso muy al descubierto la protección de los americanos al alzamiento de las tropas […] En una línea muy parecida se expresan otros historiadores hispanoamericanos. Así Santiago Arcos apunta que un verdadero pánico se apoderó de la ciudad de Buenos Aires cuando se supo que una fuerza expedicionaria se estaba preparando para salir de España. Si bien este temor quedó apaciguado al saberse que Puyrredón [sic] había enviado una considerable cantidad de dinero a los masones españoles. También Léon Suárez viene a confirmar la vital actuación de Puyrredón [N. de C.: Juan Martín de Pueyrredón, director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, amigo y sostén de José de San Martín] resaltando su audacia e inteligencia al realizar una activa propaganda para evitar un embarque que les podía resultar funesto. Añade que tanto Argibel como Lezica, desde Cádiz, se movieron clandestinamente con mucha eficacia, dando sin límite alguno cuanto dinero estimaron conveniente."

[N. de C.: Arguibel y Lezica recibieron ayuda de Judah Benolier (o Benoliel) y de Richard McCall. Benoliel, judío sefardí, era presidente de la Cámara de Comercio de Gibraltar, además de cónsul honorario de Marruecos y de Austria en la colonia británica. McCall, norteamericano, ex cónsul de los EE.UU., era en ese entonces un riquísimo agente naval en Gibraltar. Según está documentado, ambos (¿agentes británicos?) manejaban las comunicaciones entre la Buenos Aires rebelde y los liberales de Cádiz y Madrid.

["Emprendí por fin la obra de insurreccionar el mismo ejército que debia obrar nuestra ruina. D. Ambrosio Lezica, negociante de esta ciudad, fue encargado de dirigirse á su hermano D. Tomás, establecido en Cádiz, para iniciar sus relaciones con los gefes {sic} de aquel ejército... Los señores D. Tomás Lezica y D. Andrés Arguibel, naturales de Buenos Aires y establecidos con crédito en la plaza de Cádiz, fueron los agentes que llevaron á su término aquella riesgosa empresa. Fueron facultados para invertir las sumas de dinero que fuesen necesarias y autorizados para empeñar la responsabilidad del gobierno á todo lo que obrasen conducente al intento. La eficacia y destreza con que se manejaron apareció en el resultado. El ejército de la Isla de León se insurreccionó, la terrible espedicion que nos amenazaba se convirtió en daño del mismo que la formó y la República Argentina se vio por este medio libre y triunfante de sus enemigos. ¡Honor eterno a los nombres de Lezica y Arguibel entre los amigos de la libertad!" (Juan Martín de Pueyrredón, Refutación a una atroz calumnia hecha con demasiada ligereza a un general de la República Argentina por Mr. Alejandro H. Everett, ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de Norteamérica en la Corte de España {1829}.)]

Mapa del Estrecho de Gibraltar y de la isla de Cádiz (P. Santini, Atlas Universel [Venecia, 1780]).





lunes, 4 de abril de 2016

Domingo Matheu: Corriendo el velo de un interrogante

Son numerosos los personajes de la Revolución de Mayo de 1810 y de la Independencia de 1816 cuyo protagonismo y presencia en momentos cruciales de la historia no ha podido ser explicado por los historiadores de manera fehaciente y definitiva. Hijos de comerciantes italianos, ocasionales "viajeros" británicos, oficiales napoleónicos en fuga llenan las páginas de nuestros libros de historia sin que nadie se pregunte el porqué de su casual estrellato.

Uno de estos figurones enigmáticos es Domingo Matheu, español peninsular, vocal de la "Primera Junta", residente de la "Junta Grande", financiador de las campañas militares de los insurgentes, director de las primeras fábrica de armas y sastrería militar, luego (sorpresivamente y de un día para otro) se retira de la vida política, muriendo 14 años después en tiempos de Rosas, quien lo llena de honores, otorga una jugosa pensión a su viuda y mandar levantar un monumento.

¿Quién fue este hombres? ¿cuál es su origen familiar? ¿cuáles fueron sus inicios comerciales? ¿por qué emigra a Buenos Aires? ¿qué relación guarda con un "famoso" político liberal gaditano y con un famoso nacionalista catalán? ¿por qué es electo para la Primera Junta y, luego, queda como presidente cuando Saavedra marcha al norte? ¿por qué se lo hace responsable de armamentos y demás pertrechos militares? ¿de dónde sacaba el dinero para financiar a las milicias revolucionarias porteñas a pesar del supuesto cerco que existía sobre el puerto de Buenos Aires? ¿por qué se retira de la vida política? ¿fue masón como sostienen algunos autores? ¿tuvo algo que ver con la sublevación de Riego? ¿por qué tanta preocupación de Rosas y sus ministros por honrar a un personaje secundario que hacía casi 15 años que había desaparecido de los corrillos de la política?

Lo poco que nos dice la historia oficial* nos dice que Domingo Bartolomé Francisco Matheu nació el 4 de agosto de 1765 en Mataró, hijo de Juan Pablo José Benito Matheu Ros y de Antonia Xicola Visens. Se formó en las Escuelas Pías de su ciudad natal, destacándose en los estudios de matemática. Siguió luego estudios de navegación y se convirtió en piloto. Asociado con su hermano mayor Miguel, obtuvo un permiso para el comercio con Indias y se estableció en Cádiz. Estuvo en Cuba, Filipinas y las islas Canarias. En 1791 abre una sucursal de la Casa Matheu en Buenos Aires y, 1793, sorpresivamente se muda a esta ciudad.

[*Lo poco que tenemos de sus datos filiatorios corresponden a la investigación que realizó el Dr. Carlos Ibarguren hijo, "Hombres de Mayo", Genealogía nº 13, complementada tiempo después por Alberto Hernán Lammirato, "Apuntes sobre la familia de Domingo Matheu", Genealogía nº 19.]

En la capital del Río de la Plata se opuso a las regulaciones comerciales del monopolio español que protegían las manufacturas y producciones del interior por mucho que protestaran los comerciantes del puerto.

Tras la primera de las Invasiones Inglesas a fines de 1806, se unió al cuerpo de Miñones, convirtiéndose en teniente de la 2ª compañía comandada por el también catalán Juan Larrea (luego tan revolucionario y enigmático como nuestro biografiado). Debido a que su jefe estaba enfermo, durante la segunda invasión, la de 1807, tuvo a su mando la unidad. Se retiró del combate de Miserere, pero salvó su honor al participar de la Defensa de Buenos Aires. Por su rol en ella, en 1809 fue premiado con una Orden Real.

El 25 de mayo de 1810 (por razones jamás aclaradas) es incluido en lo que la historiografía oficial denomina Primera Junta como vocal junto a Manuel Alberti, Miguel de Azcuénaga, Manuel Belgrano, Juan J. Castelli, (su paisano) Juan Larrea, y presidente Cornelio Saavedra y los secretarios Mariano Moreno y Juan J. Passo. Nombres que todos los niños deben aprender de memoria. Cuando Saavedra tuvo que dirigirse al Norte para dirigir el Ejército en persona, dejó su cargo al comerciante catalán Matheu.

Contribuyó económicamente con las expediciones militares al Paraguay y Alto Perú.

Con el establecimiento del Primer Triunvirato a fines de 1811, reemplazó a Taragona al frente de la primera armería, donde contó con la ayuda de armeros germano-británicos como J. Frye y F. Lamping. Y, en 1813, durante el Segundo Triunvirato, tuvo a su cargo la confección de uniformes militares. Un hecho curioso (que han señalado repetidas veces historiadores uruguayos como Washington Reyes Abadie et alt.) es que Matheu no tramita su ciudadanía rioplatense hasta este momento.

En 1817 se retira y no volvemos a tener demasiadas noticias hasta su muerte en 1831.

Tomás M. de Anchorena, el 28 de marzo de 1831 (mismo día de la muerte del Prócer), manda levantar un monumento sepulcral en el Cementerio del Norte (hoy, Recoleta).

Hasta aquí "la historia".

Historiadores como Luna (cf. La independencia argentina y americana) y Scenna (cf. Mariano Moreno) especulan que Larrea y Matheu hayan sido incluidos en la Junta en un intento por equilibrar la composición de carlotistas, alzaguistas (**), militares, comerciantes y clérigos. El problema es que eso no explica por qué no fue incluido el propio Álzaga (en representación de los comerciantes peninsulares) o los miembros del Cabildo (en representación de los viejos vecinos), la Audiencia (en representación de las autoridades virreinales tradicionales), etc.

[**El R.P. Cayetano Bruno SDB, La Argentina nació católica y en Historia Argentina, llega a calificar a Matheu de "alzaguista" (¡!).]

Vicente Fidel López nos dice que "fué uno de los personajes más benéficos y activos de la Revolución de Mayo". Y, en otro párrafo, nos da una pista: Matheu era "liberal de tradición". ¿A qué se refiere?

No sabemos mucho de la vida de Matheu anterior al 25 de mayo de 1810. ¿Por qué se muda a Buenos Aires en 1793? ¿Tal vez porque, tras el asesinato del rey francés Luis XVI por la Revolución francesa, España en la Primera Coalición contra la Republique y ya no era un lugar seguro para los liberales "de tradición"?

¿Y qué fue de su familia? Su hermano Miguel Pedro Matheu y Xicola continuó con la casa comercial en Cádiz, asociado con sus hijos (Miguel María, Manuel, Juan, Tomás y Pablo Matheu Batallín), importando productos británicos (cf. Diario de las Sesiones de Cortes de 1873).  

De entre ellos, se destacará Pablo Matheu Batallini que se dedicará a la política. En 1821 será regidor del ayuntamiento durante el período constitucionalista de Cádiz y un año después, tras los sucesos de Julio, será miembro de la Junta Consultiva formada en la misma ciudad y que llevó al poder a los "liberales exaltados". En 1823 será comandante de la Milicia Nacional. Durante la llamada (por la historiografía liberal) "década ominosa", Pablo Matheu desaparece del mapa. Recién volvemos a verlo en 1836 como alcalde cuarto del ayuntamiento gaditano y, nuevamente,  como comandante de la Milicia Nacional. Se presentará a elecciones en octubre del mismo año. Y lo veremos en los primitivos núcleos "progresistas", junto a su sobrino José Matheu, que fue regidor liberal-progresista del ayuntamiento en tiempos de la "Reina Regente", durante la Primera Guerra Carlista. Pablo Matheu salió a hacer frente, sin mucho éxito, a la expedición carlista a Andalucía del Gral. Gómez. Incorporado a las Cortes liberales, Pablo Matheu fue uno de los firmantes de la nueva Constitución. En tiempos de la "regencia" de Espartero, Pablo Matheu, hermano del prócer argentino, fue síndico del ayuntamiento de Cádiz en 1841-42. Tras pasar en la oscuridad durante la Década Moderada, reaparece como miembro de la Junta Revolucionaria de Cádiz en apoyo del Manifiesto de Manzanares.

Su hermano Tomás Matheu Batellini ocupará distintos cargos en la Milicia Nacional del Trienio Liberal. Posteriormente pasará a Guatemala, donde formará familia. Otro hermano, Juan, emigrará a Guatemala, donde morirá en 1875. Un sobrino, Manuel Matheu Parodi, emigrará también a Guatemala y será abuelo del célebre compositor Manuel de Falla.

Sobrino nieto será Francisco de Asís Matheu Fornells ("Francesc Matheu i Fornells"), poeta en catalán y editor de textos catalanistas, uno de los representantes de la Renaixença.

Consta en el volumen III de la Biblioteca de Mayo: Colección de obras y documentos para la historia argentina, en la Autobiografía que entregó el hijo del Prócer, Martín, al gobierno de Buenos Aires, que Domingo Matheu seguía en contacto frecuente con su hermano Miguel y sus hijos de Cádiz, por medio de buques británicos (ver, por ejemplo, en la página 540).

Recordemos que, quizá por su proximidad con Gibraltar, Cádiz fue centro de expansión del liberalismo, no siempre idílico y desinteresado, sino muchas veces alimentado por agentes británicos... y rioplatenses (cosa que probaremos en próximas entregas).

En fin, son datos. Que cada cual saque sus propias conclusiones.